El artículo que prohibieron leer a las feministas.

“Debemos parecernos a Dinamarca Alemania o Francia que son países mucho más sofisticados, y que son referencias europeas en el ámbito de la violencia de género, a los que España debería intentar parecerse” dirán muchas feministas, pero…

Vamos a ver cómo son las legislaciones de Dinamarca, Alemania o Francia, en materia de violencia de género, y la información que voy a dar de estos 3 países, nos las enlaza directamente el Gobierno de España en su página web. Para empezar, según nos indican en la página del Ministerio de trabajo y economía social, referida a Dinamarca, con un titular que habla de los derechos de las víctimas de violencia de género en Dinamarca, nos dice que “Dinamarca presta sus servicios a personas víctimas de violencia de género a través de distintas instancias públicas y más adelante no se especifica que estos servicios se dirigen a personas mujeres hombres y niños que sufren han sufrido violencia o maltrato por otra persona pareja familiar u otro y necesitan información Consejo asesoramiento seguimiento de la situación asistencia jurídica o incluso un lugar en el que refugiarse “En Dinamarca no existe una especial protección para unas víctimas que no tengan las otras ,o sea, que no se juzga a los hombres con leyes diferentes por el hecho de ser hombres, en conflictos y en violencias en el ámbito de la pareja.

Respecto a la política pública en materia de lucha contra la violencia contra las mujeres en Alemania “prima un enfoque basado en la violencia doméstica siendo lo relevante para su calificación el ámbito en el que esta se produce y no el género de los sujetos implicados, las estadísticas sobre violencia doméstica e incluyen entre las víctimas tanto a hombres como a mujeres así como a los descendientes menores”

Por último, en Francia, “se castiga todo tipo de violencia de género ya afecte a hombre o mujer entre los que hay un vínculo sentimental, independientemente de que haya o no entre ellos vínculo legal o administrativo”,

A diferencia de España, en el resto de Europa si se toman en serio el artículo 7 de la Declaración Universal de Derechos Humanos que dice que todos son iguales ante la ley y tienen sin distinción derecho, a igual protección de la ley. Todos tienen derecho a igual protección contra toda discriminación que infrinja esta declaración y contra toda provocación a tal discriminación. En España, tristemente no nos ampara desde el año 2004 y por eso, en el resto de países de Europa no tienen leyes homologables a la Ley Integral de violencia de género, ley que no importamos a Europa, pero que es importamos a países de Hispanoamérica, como por ejemplo Argentina.

Amiga feminista, no hace falta destruir el principio de igualdad ante la ley para proteger a las mujeres víctimas de maltrato, porque se puede proteger y defender a las mujeres de sus maltratadores y asesinos, sin producir un derecho penal “de autor” que crea leyes que discriminan a sus ciudadanos en función de su género.

Todos recordamos cómo Sánchez defendía la infame rebaja del delito de malversación y la derogación de la sedición, para homologarnos con las principales democracias europeas. “Lo que estamos haciendo es homologarnos de nuevo con los países de nuestro entorno con las principales democracias europeas en un momento en el que además la propia Comisión Europea lo que está haciendo es subrayar la necesidad de que los Estados miembros avancemos hacia una armonización de la legislación europea frente a la corrupción” pero ¿por qué no imitamos a otros países europeos en otros ámbitos? ¿acaso en Francia son negacionistas? ¿es Alemania  un peligroso país machista que no protege las mujeres que son víctimas de violencia? ¿está Dinamarca del lado de los asesinos y maltratadores? No. Exigir una legislación que no discrimine a los ciudadanos por sus caracteres identitarios no es sinónimo de ser negacionismo de la violencia hacia las mujeres, ni de abrazar el machismo y la misoginia, sino es simplemente pedir, que nos parezcamos a grandes democracias europeas como lo son Dinamarca, Alemania o Francia.

La situación en nuestro país, según los datos oficiales del INE, en los últimos 10 años revela, que han sido condenados muchos más hombres por violencia contra las mujeres que viceversa, es cierto que hay más hombres condenados por este tipo de delitos y por casi TODOS los delitos tipificados por el Código Penal, por eso si nos vamos a los datos generales, casi el 95% de la población reclusa  es masculina. Pero no se puede juzgar “al peso” es decir, puede que los gitanos estén sobrerrepresentados en los delitos que tengan que ver con el robo de cobre, pero aunque fuese en el 80% o el 90% de las personas que cometen esos delitos, no tendríamos una legislación especial para perseguir y juzgar de forma más severa a los gitanos, que al resto de españoles. Puede que la mayoría de los delitos de violencia en el ámbito familiar lo lleven a cabo inmigrantes, pero ello no implica crear una legislación para unos españoles y otra para otros. Los inmigrantes también están sobrerrepresentados en los delitos contra la libertad sexual, pero eso no significa que debamos juzgar de forma más severa al que comete una violación, en función de si es nacional o extranjero, ya que el derecho penal, de hecho, es aquel que se ciñe al principio de igualdad, que castiga por lo que la persona hace, no por lo que la persona es. Es decir, juzgar por los hechos, por aquello que comete el individuo, y no por las características innatas del autor del delito. Lo que es lo mismo, se juzga el qué y no el quién. El argumento de que los hombres delinquen más, por lo tanto, está justificado que se le juzgue de manera distinta, es de “juzgado de guardia”.

Es importante señalar que, no cambiar el marco de la ley para que no juzgue, en base al género del autor, sino al hecho delictivo en si, en este caso la violencia en el ámbito de la pareja, no invisibiliza la violencia que sufren las mujeres. Lo que hace simplemente es proteger a todas las víctimas por igual, independientemente de su prevalencia estadística. De la misma forma sería estúpido decir que si el 80% de los robos de carteras se da a turistas, significaría  entonces  que debemos hacer una ley que proteja de forma específica a los turistas, en la que se les dé más prioridad y medios, a diferencia de  cuando un carterista roba un nacional. A lo mejor, puedes hacer una campaña específica para prevenir a los turistas más despistados, pero a la hora de perseguir el delito y articular medidas contra el robo de carteras, trataremos a todas las víctimas por igual, y a nadie se le ocurriría decir que entonces estamos invisibilizando los robos a turistas

Tampoco voy a entrar en el desincentivo que es para muchos varones, denunciar una situación de maltrato por parte de sus parejas mujeres. En un contexto cultural como el actual, y sobre todo con una legislación como la que tenemos en España, en la que muchas veces cuando ellos van a denunciar, la policía les avisa de que si ellos denuncian y su pareja les denuncia de vuelta, el que probablemente va a pasar la noche en el calabozo y se va a meter en más problemas va a ser él.

Todos estos relatos que hablan de una diferencia sustancial entre la violencia de género y el resto de violencias domésticas, se sostienen en una narrativa que no está sustentada por la ciencia que estudia la violencia en el ámbito de la pareja íntima, Por otro lado evidentemente forma parte de la violencia intrafamiliar independientemente de que la cadencia de esta, pueda ser mayor ,y los datos lo que nos señalan, es que las razones y las causas de la violencia en el ámbito de la pareja íntima son las mismas cuando la violencia es de hombre hacia mujer, que cuando la violencia es de mujer hacia hombre, de hombre hacia hombre, en parejas homosexuales, o de mujer a mujer en parejas de lesbianas, y vuelvo a sacar a colación la mayor base de datos que existe en el mundo sobre este fenómeno que es el partner abuse state of Knowladge, el cual se puede consultar buscándolo en Google, o bien en el dominio domestic violenceresearch.org. En esta base de datos, un total de 42 académicos y 70 asistentes de investigación en 20 universidades e instituciones de investigación, han pasado 2 años recopilando toda esta información considerando más de 12000 estudios revisados por pares y concluyendo que, en términos de victimización en general el 22% de las personas, son agredidas por su pareja al menos una vez en la vida, 23% de mujeres y 19,3% de hombres, y en términos motivacionales la violencia en el ámbito de la pareja masculina y femenina, es perpetrada por motivos similares, principalmente, para vengarse de una pareja, por lastimarlos emocionalmente, debido al estrés, o los celos, para expresar enojo, y otros sentimientos que no podían expresar con palabras o comunicar, o para llamar la atención de su pareja.

Diversos estudios compararon directamente a hombres y mujeres y sometieron sus hallazgos a análisis estadístico. Las diferencias de género que encontraron fueron débiles, así que no es cierto, que la violencia que ejercen los varones contra las mujeres en el ámbito de la pareja o expareja, tengo una particularidad especial que sea lo suficientemente significativa como para diferenciarla del resto de violencias, tampoco es cierto que proteger a todas las víctimas de igual manera y perseguir todas las violencias que se dan en el ámbito de la pareja, sea algo que invisibiliza la violencia que sufren las mujeres por parte de sus parejas varones, de hecho, lo que tiende a suceder es precisamente lo contrario, que se centra tanto el relato en la violencia de género, que cualquier disposición para intentar ampliar el rango de protección que ofrece la ley a otras víctimas, se interpreta como un ataque hacia las mujeres y provoca además que se niegue. Es difícilmente discutible el hecho de que, existen hombres maltratados, pero todo lo que se muestra en los medios es la imagen del varón como maltratador.

La izquierda y el feminismo, ya  criticaron abiertamente la ley, así nos encontramos un artículo firmado por personalidades como Manuela Carmena o Uxue Barcos que escribieron en 2006. Un artículo llamado “un feminismo que también existe”que dice:

 Las leyes aprobadas que provocan mayor controversia dentro del feminismo, son la ley contra la violencia de género y la ley de divorcio. Las discrepancias son tan importantes que cabe hablar de diferentes concepciones del feminismo y distintos modos de defender los derechos de las mujeres. Hay un enfoque feminista que apoya a determinados aspectos de la ley contra la violencia de género, de los que nos sentimos absolutamente ajenas, entre ellos la idea del impulso masculino de dominio como único factor desencadenante,  la violencia contra las mujeres en nuestra opinión, es preciso contemplar otros factores como la estructura familiar núcleo, de privacidad escasamente permeable que amortigua o genera todo tipo de tensiones, el papel de la educación religiosa, y su mensaje de matrimonio sacramento, el concepto del amor por el que todos se sacrifica, las escalas habilidades para la resolución de conflictos, el alcoholismo, las toxicomanías. Todas estas cuestiones tan importantes para una verdadera prevención del maltrato, quedan difuminadas y se insiste en el género como única causa.

 Aunque la ley fue avalada por todos nuestros partidos, debido a la presión de asociaciones globalistas y chiringuitos políticos,  hubo muchos jueces que pusieron recursos de anticonstitucionalidad, y que pese a todo este consenso que nos quiere vender, la respuesta del Tribunal Constitucional no se dio por unanimidad, sino que recibió el apoyo de 7 magistrados frente a 5, que entendieron que esta ley vulneraba el principio de igualdad y no discriminación del artículo 14 de la Constitución española.

La libertad ideológica ampara a quienes quieran equiparar a nuestro país con Hungría o Turquía, sin embargo creo que más vale seguir en la línea de las democracias más avanzadas, para seguir luchando contra cualquier forma de discriminación contra las mujeres. Tener unas leyes como las de las democracias avanzadas como Alemania, Francia o países escandinavos.  Para ello, debemos acabar con una ley que vulnera un principio fundamental propio, de esas democracias avanzadas. El principio de igualdad ante la ley.

Nunca he visto a ningún activista o sociólogo pararse a desmontar la base de datos del partner abuse state of knowledge, nunca les he visto entrar a debatir pormenorizadamente las cuestiones que se están poniendo encima de la mesa, para esta gente lo más fácil es rehuir del debate, y seguir con los eslóganes fáciles, que apelen al estómago y la empatía del personal, y llamar misóginos a todos los que no les compren la película. Pero tranquilos, como decía Escotado, al final la verdad se acaba imponiendo sola, ya que solo la mentira necesita subvenciones del Estado.

Según los datos del ministerio de interior, los homicidios son multifactoriales, de hecho el factor machismo, en España, sobre todo entre la población autóctona, es absolutamente residual. Y es que, los factores hay que estudiarlos todos, porque el método científico se basa en eso, aunque algunos luego se desechen, no pasa nada. Si de las decenas de variables y factores que influyen en la violencia en el ámbito del hogar, solo nos fijamos en uno, estamos condenados al fracaso.

Pero ¿Cómo es posible que estemos en esta situación? porque se ha convertido un drama en un negocio. En un negocio político en el que miles de personas viven con sueldos de 2000, 3000 euros, que movilizan a miles de personas para votar a partidos políticos afines, y cuyo objetivo es que más hechos sean considerado maltrato (por ejemplo un piropo o una mirada) de tal manera que su clientela aumente. No hay planes de prevención o rehabilitación, solo de gestión. Paradójicamente cuanto más se invierte, los casos aumentan, no disminuyen. El objetivo no es que desaparezca la violencia, saben que siempre ha existido y existirá, el objetivo es fragmentar a la sociedad, llenarse los bolsillos, e ideologizar a las personas menos formadas, a base de falacias. Triste pero cierto.

Fuente: Samuel Vázquez, Manuela Carmena, Uxue Barcos, Sergio Candanedo.